julio 29, 2009

La presencia solidaria de los amigos.

Por lo general la vida nos prepara para hacerles frente a las dificultades “normales” que con frecuencia encontramos en nuestro camino.

Lo que usualmente sucede es que enfrentamos y resolvemos el problema, sintiéndonos aliviados luego de que todo lo que se alteró hubo regresado a lo normal. Son pruebas que debemos ir superando para estar listos y actuar en el evento de que se nos presente un problema verdaderamente complicado, del que nunca sabremos si estamos protegidos.

Cuando la vida nos ubica frente a un problema de grandes dimensiones, ya sea de tipo financiero, laboral, de salud, incluso afectivo, muchas veces pensamos que debemos intentar manejarnos solos, sin que nuestros amigos o parientes cercanos se enteren, para que nuestra imagen “ganadora” no pierda brillo. Es entendible esta reacción inicial, basada en nuestro orgullo y en la sombra de protección y confianza que les brindamos a nuestros dependientes. Pero este punto de vista tiene, al menos, dos grandes fallas.

Primero estaríamos eligiendo luchar sin apoyo cuando más débiles nos sentimos, lo cual minimiza la posibilidad de éxito. En segundo lugar estaríamos bloqueando la fuente de ideas y recursos nuevos, que es justamente la vía por donde vendrían las soluciones. Recuerde, usted solo ya perdió la batalla y para ganar la guerra necesita refuerzos. Cuántas veces hemos oído de amigos y parientes: “Cómo no nos hiciste saber de tu problema, nos hubiera encantado poderte ayudar”, muchas veces con soluciones sencillas para ellos, difíciles para nosotros.

Ahora, si el razonamiento arriba expresado es sencillo: Pedir ayuda cuando esta es vital para resolver un problema cuya solución está fuera de nuestras manos, ¿por qué no hacerlo desde el comienzo y no esperar a que la situación se vuelva desesperada? La explicación podría estar en la noción, totalmente equivocada, de que las cosas podrían arreglarse por sí solas. Pero una vez dañado algo jamás se arreglará por sí solo; esperar a que esto suceda le robará tiempo valiosísimo que debería ser usado en planificar la estrategia a seguir.

Otra explicación estaría basada en la esperanza de que se va a presentar un “salvador” con la capacidad de resolver el problema. Si bien es cierto que podría existir esta persona no es automático que se produzca su presencia, lo que se sugiere justamente es que se lo busque. Y, tal vez es lo más frecuente, el golpe es tan fuerte que se anula la capacidad de pensar con claridad y analizar opciones.

Por eso es tan importante la comunicación dentro de un círculo íntimo de amigos. El más cercano, o el más perceptivo de la nueva situación, debe poner en conocimiento de los demás la dimensión del problema y esbozar en conjunto la estrategia inicial para ponerla en práctica para, primero, hacer un control de daños y, luego, ayudarlo a encaminarse en la dirección apropiada para recuperar su productividad.

La ayuda no necesariamente debe ser material; muchas veces lo que el amigo necesita es apoyo moral, o un consejo eficaz, o la ratificación de que lo que está pensando hacer es lo más conveniente. Es duro tener que llegar a este punto en la vida, pero si no hay alternativas no conviene empeorar las cosas al no actuar. Tal vez hay que tomarlo como un paréntesis que se abrió y luego se cerrará, y la vida continuará, pero más enriquecida al haberles permitido a los amigos cercanos actuar como tales. Es el “hoy por ti, mañana por mi” en su ESENCIA

Autor. Dr. Lenin E. Salmon

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